En la Creciente Fértil que va de Palestina, pasando por la franja del piedemonte del Taurus y los Zagros, se inician las experimentaciones con técnicas de producción de alimento en el período que va desde el 10.000 al 7.500 años a.C. Algunas especies de animales rumiantes que en la etapa anterior eran objeto de caza comienzan a establecer relaciones “simbióticas” con los grupos humanos, en algunos casos esta vinculación desembocará en la domesticación, sobre todo cabras y ovejas.
Los rebaños que se forman son propiedad de los grupos humanos y son conducidos estacionalmente a los pastos. Con la domesticación hay una utilización sistemática de la leche y la lana.
La recolección repetida de gramíneas silvestres y la consiguiente concentración de semillas junto a los núcleos habitados dieron paso a los primeros experimentos de cultivo, delimitación de parcelas y protección de las mismas.
A finales del del Tercer Milenio en toda el área de Oriente Próximo se han desarrollado las innovaciones básicas que caracterizan a la cultura neolítica: asentamiento en comunidades de aldea, cultivo de plantas alimentarias gramíneas y leguminosas, cría de ovejas, cabras, cerdos y bóvidos. También se afianzaron otras técnicas propiamente neolíticas como el tejido, la cerámica y la utilización del cobre forjado.
Durante el período de tiempo mencionado coexistieron comunidades nómades y sedentarias, entre las cuales se establecían relaciones de intercambio que beneficiaban a ambos grupos. Los contactos interregionales posibilitaban la oferta de recursos inexistentes o considerados de prestigio en otra región. Es preciso señalar que los intercambios promovieron el aprendizaje de técnicas desconocidas por algunos grupos sociales. Algunas comunidades cazadoras-recolectoras se apropiaban de las técnicas de cultivo, y de esta manera alternaban o transformaban su forma vida.
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